Muchas son las razones expuestas para desconfiar del Bitcoin desde su creación, las mismas que han aumentado de manera progresiva desde que en 2017 el crecimiento de su valor haya sido tan abismal, de la misma manera que en comienzos del 2018, ante la caída que mostró, sea además el escenario para usar la frase molesta, “Te lo dije”.
Pensando en una liberación del ciudadano común de la economía tradicional expuesta a cambios políticos mayormente, el Bitcoin surge como una moneda ligada de manera directa al ánimo de las personas que comercian con el mismo, al humor del día a día y eso, en números, no se puede reflejar, por lo que los bancos prefieren seguir al margen de cuentas exactas y calculadoras.
Por otra parte, al ser virtual, muchos bancos del mundo le consideran un puente directo para lavado de dinero, tráfico de armas y drogas y muchos otros delitos, ya que no está expuesto a un control, códigos de seguridad ni procesos tradicionales a los que estamos acostumbrados en lo cotidiano.
¿Realmente el Bitcoin es perjudicial para los bancos?
Uno de los puntos más enfáticos de los bancos al momento de rechazar el Bitcoin y cualquier otra criptomoneda de esta naturaleza, es el hecho de no emitir respaldos, no estar contemplados en subastas y no formar parte de ningún proceso judicial.
Al estar al margen de cualquier auditoria o control en base a recursos y producción de un país, un banco no tiene a ciencia cierta el valor que representa cada Bitcoin (nadie de hecho), por lo que una pérdida constante cada segundo es lo que realmente contemplan al aceptar esta moneda en sus procesos.
Además, al estar conscientes de que el BTC tiene un techo de fabricación, la expectativa e incertidumbre sobre cómo avanzar en los procesos económicos vuelve a generar miles de dudas en los responsables de la banca mundial, por lo que en palabras sencillas, un escenario en el que las monedas disponibles para el mundo se acaben y no se puedan producir más, ¿Qué harán? Tomando en cuenta además, que las existentes no son físicas, por lo que además no podrás saber realmente quien las tiene.
El BTC parece haber llegado antes de tiempo a una sociedad global que poco entiende de ofertas y demandas transparentes, donde el interés común prevalezca sobre el individual y sobre todo, donde grupos de poder tengan en sus manos el control absoluto de las cosas.